EL CONGOST DELS TRES PONTS (2ª PARTE)

LA TORRE, EL DIABLO Y LA ESCALA 

 

En 1685 el General Ambrosio Borsano describe así el peligroso camino “ha media legua antes llegar a dicho lugar [Organyà] pasesé el río Segre tres veces sobre tres puentes de piedra, que dichos puentes y río están entre dos montañas asperísimas y que no hay más que dos veredas que apenas en uno puede andar un hombre y en el real va una cabalgadura “.

 

El primer puente recibió el nombre de La Torre. Recibe este nombre por estar construido debajo de una torre fortificada. Este puente fue destruido y posteriormente reconstruido en el año 1331. El general Ambrosio Borsano sigue su descripción exponiendo lo siguiente: “Al primer puente que se halla de estos tres, hay una torre muy antigua que en tiempo que la Seu de Urgel estaba en poder de Francia, tenían dicha torre ocupada a que impedían que no pudiesen pasar por aquel camino sin registrarles “. Este puente aguantó hasta la Guerra Civil, y fue volado en 1936 por el ejército republicano.

 

El segundo puente, el puente del Diablo recibe su nombre, porque el obispo Ermengol lo construía de día y el diablo lo derrumbaba por la noche, según la leyenda. Hasta que una noche el obispo atrapó al diablo e intentó atarlo a una de las peñas que hay encima del puente, hecho que ocasionó lo que se conoce como La Pixarrada del Diable, que hizo el diablo para derribar una vez más el puente. Esto puede verse hoy en día grabado en la roca.

 

El puente presenta dos arcos superpuestos, porque se construyeron dos, debido se supone a su inestabilidad y fragilidad en un territorio tan abrupto y áspero. En la margen izquierda del puente se puede leer hoy en día la siguiente frase: “el 24 de Mayo de 1853 Segre llegó aquí” con motivo de una gran riada en este año, como sucedió posteriormente en los años 1907 y en 1982, llegando a los 2700m3/s este último.

 

El puente pretendían fortificarlo a finales del SXVII pero fue finalmente destruido en la tercera guerra Carlista por el general Martinez Campos.

 

El tercer puente, el de la Escala, cruzaba el río por la margen derecha por donde el camino llegaría en dirección a Organyà hasta el año 1685. Posteriormente, tras sufrir varios derrumbes, optaron por sustituirlo por una palanca de madera, tal como queda documentado en el año 1716 recibiendo entonces el nombre de Palancó. Este puente sí fue fortificado por el Barón de Preu construyendo una torre fortificada. Actualmente se conservan los dos estribos o arranques, uno en cada lado, del arco del puente.

 

Esta es la historia real de un desfiladero indómito entre el lecho de un río mítico, donde el hombre desde el inicio de los tiempos intenta modelarlo para poder viajar a través de él. Tenemos memoria escrita desde los tiempos de Aníbal, hasta el propio Julio César y sus legiones, que atravesaron el infame congosto intentando construir una vía de herradura que facilitara el paso de sus legiones en un territorio totalmente salvaje, donde la naturaleza se mostraba despiadada con el hombre. No fue hasta el siglo X cuando el obispo Ermengol decidió construir un camino de herradura adecuado para los viajeros en aquella época ruda, para dotarlo de tres puentes que permitieran cruzar a ambas márgenes del río ya que la vía de herradura se desplazaba de una orilla a otra del Segre por los precipicios y acantilados de ambas márgenes del río que imposibilitaban la marcha; de aquí la construcción de los tres puentes.

 

Hoy en día puede visitarse el lugar, accediendo cómodamente desde Organyà, por los dos túneles recientemente construidos que atraviesan la montaña sin la necesidad de pasar por la antigua carretera al lado del desfiladero.

 

Naturalmente la pesca sigue siendo buena, aunque peligrosa por las grandes subidas de caudal del Segre provenientes del agua de los lagos andorranos que diariamente efectúan sueltas de agua, aumentando súbitamente el caudal del río de forma muy peligrosa, duplicando y triplicando el caudal inicial. Es un lugar de profundas pozas y corrientes rápidas salpicadas de enormes rocas calcáreas que hacen de su recorrido, una auténtica aventura solamente recomendada en ciertas épocas del año, si el tiempo y las lluvias de los valles del Pirineo lo permiten, y siempre acompañado de un experto conocedor de este paraje indómito.

 

El lugar, comparándolo con fotos y grabados antiguos está intacto y presenta el mismo desafiante y fiero aspecto de hace dos mil años. De los tres puentes y la vía de herradura con “els pontarrons” solamente quedan restos suficientemente elocuentes como para poder recrear y en cierto modo revivir aquellos milenios pasados.


~Carles V.

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