EL PROPÓSITO
“El gran premio de la pesca es la felicidad que nos proporciona. El tiempo me ha enseñado que la pesca no se mide por el número de capturas ni por el tamaño de estas, sino en felicidad”
Nunca me ha gustado competir y menos aún en la pesca con mosca. La pesca y concretamente la pesca a mosca tampoco pueden ser una obsesión, en todo caso una pasión. Obsesionarse en pescar un pez o en hacer picar la mayor cantidad posible es para mí un error mayúsculo.
El propósito de pescar con mosca es pasar un rato agradable absorto no solamente en lanzar sobre un hermoso pez y capturarlo, sino en vivir por unas horas en el río. Aún más, la pesca con mosca proporciona una liberación para nuestros nervios y es un bálsamo para nuestra tranquilidad interior.
Decía Dame Juliane Berners en el S XIV: “id a pescar no por la cantidad de peces que podéis capturar sino por la salud de vuestro cuerpo y más por la salud de vuestro espíritu”
Este mensaje tan sencillo es el quid de todo. La pesca con mosca es una invitación a disfrutar de la naturaleza en estrecha compañía que además nos enseña y nos ayuda a ser mejores personas además de pescadores.
El pescador a mosca es aquel que le gusta observar y profundizar, además de pescar truchas o salmones enormes. La pesca con mosca en parte es contemplación de un paisaje o simplemente de otros pescadores lanzando o pescando.
Para mi la competición en la pesca a mosca es la perversión de un arte bello para convertirlo en un impulso obsesivo. Para mi no tiene ningún sentido, es más yo no podría ir al río con la única intención de sacar el máximo partido de este y viendo a los demás solamente como mis adversarios incluyendo a los propios peces.
Tengo buenos amigos a los que les gusta competir frecuentemente. Su visión y percepción de la pesca con mosca varía ostensiblemente. Cuando me hablan de pesca todos concretan siempre los mismos puntos: nivel del río, condiciones meteorológicas, actividad de los peces y número de capturas. Siempre el número de capturas es lo verdaderamente importante.
Cuando solo pescan algunos peces, es un día malo y aburrido, en cambio si capturan un gran número de pequeños peces es un día entretenido y si por casualidad además de pescar en abundancia enganchan varias truchas grandes es un día espectacular. Parece que estén trabajando y no disfrutando de un día de pesca. Todo esto para mi es deprimente porque cuando empezaron a pescar con una caña de mosca su concepto de la pesca era otro completamente distinto.
Según me cuentan aprenden trucos y perfeccionan técnicas para capturar más i más peces. Su instinto competitivo les obliga a mirar el río de otra manera. Solamente lo ven como el escenario para sus futuras capturas y adoptan una estrategia para pescar en él de una forma u otra. El ansia de pescar sin parar hace que el individuo esté permanentemente compitiendo con el río, los peces y con él mismo.
En cambio son malos observadores porque solamente les importa lanzar constantemente siguiendo un guion preestablecido y no disfrutan del placer del lanzado con una caña de mosca ni del maravilloso y apacible entorno en el que están inmersos. Solamente intentan atrapar peces y más peces. Honestamente creo que los árboles no les dejan ver el bosque, pero no por esto van a dejar de ser amigos míos ni voy a dejar de pescar con ellos.
He tenido la suerte de ir a pescar con personas de todo el mundo y he aprendido de todos ellos/as y lo que siempre en su gran mayoría me han transmitido en nuestras salidas, es la sensación de libertad, la liberación del espíritu, la suerte de disfrutar de la tranquilidad y la belleza del río y como no la de pescar unos peces maravillosos que saltan al verse atrapados en el anzuelo. Uno de ellos me decía hace años: “Carles, el peor día de pesca es infinitamente mejor que el mejor día de trabajo”.
El gran premio de la pesca es la felicidad que nos proporciona. El tiempo me ha enseñado que la pesca no se mide por el número de capturas ni por el tamaño de estas, sino en felicidad.
Es muy recomendable ir a pescar una vez por semana, para evadirnos de esta sociedad tan ininteligible y estresada, porque la naturaleza nos acepta para que formemos parte de ella y porque aún hoy tenemos la gran suerte de ir al río y poder pescar unos peces maravillosos con una caña que hace volar una mosca.
¬ Carles V.