LA TRUCHA MEDITERRANEA

La trucha mediterranea es el pez por excelencia de los ríos pirenaicos. La trucha mediterránea antes Salmo trutta fario macrostigma y actualmente Salmo trutta (es posible que los biólogos complementen su taxonomía próximamente por la variedad mediterránea), se caracteriza fundamentalmente por tres anchas franjas o bandas oscuras que se aprecian claramente en los costados del pez en contraste con unos espacios anchos también y más claros. Otra característica fundamental es la cantidad de puntos negros en la cabeza del pez y situados en un número no inferior a 16 (puntos) en el opérculo y en la mejilla, con un mancha grande y difuminada, parecida a una mancha de carboncillo, en cada uno de los opérculos de la trucha.

Se trata de un pez muy antiguo que apareció en la era terciaria, por lo tanto multimilenario, y que prácticamente no ha sufrido modificaciones evidentes en su morfología y en su exoesqueleto. Fisiológicamente se caracteriza fundamentalmente por un cuerpo muy alargado, con una cola ancha y poderosa y una cabeza de grandes proporciones con unas enormes mandíbulas. En efecto, la trucha mediterránea es un pez del periodo terciario por lo tanto uno de los más antiguos habitantes del planeta Tierra, con una morfología y fisionomía que no ha variado en miles de años. En definitiva es una especie tremendamente adaptada al medio en que vive, los ríos del Pirineo en este caso, y de costumbres claramente marcadas, como son, las cebas ordinarias de insectos, la cautela y el camuflaje.

La trucha mediterránea es un salmónido de actividad diurna fundamentalmente, aunque en el estío puede prolongar su actividad hasta bien entrada la noche. Caza durante todo el día, si bien esta actividad se reduce siempre por demasiada luz o demasiado calor, es decir el Sol determina claramente sus horas de actividad. En días nublados o ligeramente lluviosos, el pez caza insectos, revuelve piedras en busca de ninfas o persigue otros peces de menor tamaño, como las madrillas y otros pequeños ciprínidos, que también forman parte de su dieta habitual.

Son tremendamente asustadizas y cuando se las inquieta o se las persigue en demasía, se vuelven toscas y huidizas. Su piel, repleta de marcas en forma de pequeños puntos rojos carmesíes y negros ahumados, estampados en un fondo marrón oliváceo amarillento le dan un aspecto boscoso y ancestral. En pocas palabras, la trucha mediterránea es un pez con un camuflaje excelente en un medio acuático de régimen torrencial.

En los ríos pirenaicos son el pez por excelencia viviendo y ocupando cualquier rincón y piedra del río. Así las encontramos apostadas en los pozos, muy numerosos en los ríos pirenaicos, las impetuosas corrientes y los remansos y tablas. Buscan casi siempre las orillas, cubiertas o no de vegetación, el agua mansa en medio de una gran corriente, pero también se apostan bajo el rizo de la corriente más fuerte para emerger de vez en cuando en la captura de insectos. La forma más efectiva de pescar esta trucha es buscarla en la orilla del río, porque siempre que puede se aposta en ella o muy cerca de ella. Por esto es conveniente pescar despacio sin hacer ruido y sin entrar en el río. Uno de los mejores pescadores que he conocido siempre me decía que las botas de pesca deberían estar casi siempre pisando la orilla seca.

Los horarios mejores de pesca en primavera son al mediodía, prolongándose a todo el día durante Junio y en los meses más calurosos, esto es, Julio y Agosto, circunscribir su pesca en los amaneceres y atardeceres.

El tamaño del pez es muy variable siempre dependiendo de la cuenca fluvial y el tamaño y características del río que se encuentre. Por norma general la trucha mediterránea tiene una longitud de 22 a 24cm, si bien en cualquier río normalmente hay una buena cantidad de ejemplares de mayor tamaño, entre 30 y 35cm. De esta medida en adelante ya es más difícil encontrar muchos peces de mayor porte siendo los ejemplares de 40 a 45cm más difíciles de pescar simplemente porque los hay en mucha menor cantidad. La grandes truchas mediterraneas también existen y se pescan con cierta normalidad. Son peces de 50 a 60cm que si bien no son nada habituales, también es posible pescar alguno durante varios días de pesca.

En el Segre se encuentran los mayores ejemplares para pescarlos con una caña de mosca. La zona alta del río es la mejor de todas y en ella cada año se pescan numerosos ejemplares de más de dos kilos de peso y de una longitud de 60cm e incluso más (hasta los 75cm). La zona de la Seu hasta Puigcerdà es la que ofrece multitud de pozos y corrientes donde tentar un gran ejemplar.

Otros ríos del Pirineo como los dos Nogueras (el Pallaresa y el Ribagorzana) al igual que sus parientes en la parte aragonesa (Eséra, Ara y Gállego) o francesa (Aude) tienen abundancia de truchas mediterráneas pero no de gran tamaño, es decir: muchos peces de menos de 35cm y solo algunos mayores. Todos estos ríos son muy torrentosos y caudalosos, con una gran pendiente que da a sus aguas una fuerza asombrosa, pero en los cuales sus truchas tienen un desarrollo claramente menor a diferencia de un río más pequeño pero de aguas calmadas donde los peces pueden comer tranquilamente durante todo el día.

La diferencia con el Segre es que este está ubicado en una gran y larga cubeta glacial que hace que el río se allane y se vuelva más lento y hondo, con lo cual las truchas comen mejor y en más cantidad. El caso del Segre guarda cierta similitud con la riviere d’Ain en la que también se encuentran buenos y grandes ejemplares y que curiosamente también se repiten, como en el caso del Segre, episodios de sequía. Son ríos orientales con fondos de grava y arena muy permeables, esto les hace propensos al drenaje y por lo tanto perder agua rápidamente, más aún si se trata en el periodo estival que es cuando hay mayor insolación.

La captura de un ejemplar o varios de trucha mediterránea no es difícil como a primera vista se podría pensar, todo al contrario, cuando el pez está comiendo, normalmente si está tranquilo tomará con cierta facilidad la artificial que le presentemos, ya sea una mosca seca o una ninfa. Su batalla puede comenzar con un gran salto de esta al verse apresada, pero normalmente el pez se irá al fondo y corriente abajo para intentar librarse del anzuelo. Una característica es que esta trucha no dudará en refugiarse bajo la primera piedra que encuentre o debajo de un árbol caído. Cuando ha acabado el periodo de ceba puede permanecer en una larga inactividad no haciendo ningún caso a cualquier cosa que le presentemos hasta que vuelva a entrar en acción varias horas más tarde. Esto puede provocar la exasperación de cualquier pescador.

Las moscas más recomendables son las siguientes: efémeras olivas, tricópteros de pelo de ciervo, moscas atractoras como la Royal Wulf, hormigas, dípteros y simúlidos, ninfas tipo phaisant tail y oreja de liebre, los perdigones son igualmente efectivos al igual que la pesca al hilo.

Las cañas a emplear son normalmente de peso de linea 4 y 5, y actualmente con la modernización de los blanks también del 2 y del 3. La longitud entre 8.5 y 10 pies en su mayoría, pero pueden usarse cañas menores como las de 7 pies para la pesca a seca en arroyos o las de 10.5 a 11 pies para la pesca a la ninfa con hilo en grandes ríos.

~Carles V.

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