VER EL PEZ

Cada vez que perdía un pez grande, me preguntaba una y otra vez cuales eran los errores que habían producido la pérdida de una gran captura. Muchas veces entonaba el “mea culpa”, con todo tipo de disquisiciones, alguna de lo más exigente y desdichada, otras la culpa era por no cambiar el hilo “sabiendo de antemano que el pez es grande”, no tener regulado el freno del carrete suficientemente o simplemente haber dado demasiadas “facilidades al pez”. En fin…un sinfín de auto reproches que duraban días y en algunas ocasiones semanas, un auténtico via crucis de pescador con la penitencia de no saber cuándo clavaría un pez como aquel.

Hasta que un día de mediados de Mayo, pescando al atardecer a mosca seca, vi cebarse cerca de mi orilla una trucha enorme, que confiadamente en el inicio del crepúsculo, embocaba sin cesar todos los desdichados tricópteros que pasaban cerca de sus fauces. Lancé varias veces y a la tercera comió confiadamente el engaño.

Al pez lo había visto sólo parcialmente y aunque sabía que era grande, no pude precisar su tamaño hasta que lo acerqué por primera vez a la orilla. Una vez acabado el combate y dentro de la sacadera, le saqué el anzuelo y lo devolví con cuidado al agua. El animal salió disparado hacia la corriente pero el carrete por sorpresa volvió a patinar y a dar línea. Resulta que por descuido mío, el pequeño tricóptero había quedado dentro del salabre y se había enganchado en uno de los costados de la trucha al forcejear esta dentro de la red. Esta vez y con una energía inusual de un pez cansado por el combate anterior, la trucha enfiló directamente hacia unos rápidos tumultuosos, larguísimos e invadeables. No pude hacer nada para acercarlo de nuevo a la orilla, simplemente sacó línea y más línea hasta agotarla y empezar a sacar la línea de reserva. Como no podía desplazarme aguas abajo, aguanté como pude hasta que el hilo cedió y el pez finalmente escapó para siempre.

El hecho sorprendente en sí, me dejó una grata experiencia: había combatido dos veces con el mismo pez y en la segunda el bravo animal había ganado de largo la partida. Pero lo había visto y tenido en mis manos, solo unos minutos antes. Este “hallazgo” me correspondió gratamente y me dio una buena clave para dejar de lamentarme y preocuparme por las próximas capturas a perder en nuevas salidas.

Ver el pez es importante siempre que se pueda para hacerse a la idea de lo que tenemos enganchado al final de nuestro sedal. Verlo, significa poder atisbarlo con claridad, nada de vislumbrarlo parcialmente. Si logro verlo aunque no consiga pescarlo, me considero afortunado y menos desdichado en caso de un fatal desenlace. Ver el pez, calibrar sus medidas y peso a ojo, ayudan y de qué manera a poderlo capturar y en caso de rotura (lo más frecuente), la pérdida no es tan dolorosa, ¡¡¡esto es!!!, no duele tanto como ver escapar una trucha que a juzgar por su pelea y sus tirones es un pez enorme pero a la que no hemos podido ver con claridad en ningún momento y por tanto nunca sabremos cómo era. Sinceramente esto es lo que me disgustaba más de todo. ¡¡¡No ver el pez!!!.

La temporada pasada perdí (¡cómo no!), varias truchas de gran tamaño. Sólo una pudo ser avistada completamente y esta fue la que menos me preocupó de todas. Con todas las demás, siguieron los reproches, las cábalas de siempre y todo el consabido repertorio de conjeturas y demás tonterías.

Por este motivo siempre que me es posible intento hacer siempre algo para poder ver el pez, bien sea acercándome más a este o intentando llevarlo a mi orilla, si se deja, y allí verlo y calibrarlo. No es gran cosa, pero a mí me sirve.

En el fondo pensándolo bien, es un auto engaño, pero a medias, ya que si la trucha no cae en el fondo del salabre al menos he tenido la oportunidad de verla y más aún: si es un pez de sesenta centímetros, casi que deja de preocuparme al instante, ya que para mí aunque es una pieza importante, es un pez que ya ha sido pescado en otras ocasiones y no es un super trofeo de 70 u 80 cm, de los cuales he pescado bien pocos y estos los vea o no, son los que más deseo y más me duele perder y no ver…y viéndolos…

~ Carles V.

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