EL CONGOST DELS TRES PONTS
Si existe un lugar mítico del río Segre en la comarca de l’Alt Urgell este es el congosto o desfiladero dels Tres Ponts. El nombre se debe a la construcción y reconstrucción de varios puentes para cruzar el río Segre tres veces, en un viaje por un camino de herradura de vértigo y que desde el inicio de los tiempos atravesaron los ejércitos cartagineses de Aníbal, las legiones romanas de César y las tropas de Napoleón.
El viaje por un camino tan abrupto y peligroso se remonta a dos mil años antes de Cristo, donde los viajeros pasaban auténticas calamidades y penurias para llegar desde las llanuras de Lleida hasta este inhóspito y escarpado territorio calcáreo, que el río Segre excavó en el periodo Terciario con la formación de los Pirineos.
Los viajeros a pie o con animales, andaban por un peligroso camino de herradura que comunicaba las planicies ilerdenses con las primeras estribaciones pirenaicas, recorriendo el río Segre para llegar a las montañas andorranas y a la cubeta glacial de la Cerdanya donde el Segre discurre para llegar al Pic du Segre, en el macizo del Puigmal donde nace el río en la vecina Francia.
El nombre de Segre actual proviene del pre romano Sicoris que significa fluir o corriente noble que fluye (memorias de Julio César 49aC, en la guerra que acaba con la capitulación de los generales Pompeyo, Afranio y Petreyo. Las tropas de César quedan bloqueadas en el Segre por la enorme crecida de Mayo por la nieve que se funde en el Pirineo, “Memorias de Julio César”) para pasar finalmente al latín Sequere. Los nombres anteriores preromanos a Sicoris fueron los nombres Íberos Seikw y Síkor. El latín Sequere derivó en el siglo X al nombre de Segure.
Así mismo, siglos más tarde, las tropas y los topógrafos de Napoleón, analizan los angostos y peligrosos pasos del río, cartografiándolos y dibujándolos, así como sus tres puentes (aunque seguramente en alguna época fueron hasta cuatro) vitales para cruzar sus aguas y llegar a La Seu y los valles andorranos entrando por Sant Julià, donde se construían puentes colgantes para cruzar el río Valira. Por aquel entonces Andorra i el territorio de l’Urgellet eran una misma cosa. El territorio comenzaba aguas abajo de Coll de Nargó, en el desfiladero dels Espluvins y acababa en los valles andorranos siendo todo una misma región.
Los tres puentes o Tres Ponts fueron construidos por el obispo benedictino Ermengol y recibieron tres nombres. El primero fue el puente de la Torre, el segundo siempre conflictivo por sus continuos accidentes y derrumbes fue el puente del Diablo. El tercero primero de piedra y luego de madera como una pasarela colgante, era el puente de la Escala.
Para construir los tres puentes y entrelazar la vía de herradura fue necesario construir a ambos lados del desfiladero una calzada que seguramente empezaron las legiones de César a los dos lados del río, para posteriormente en la edad media remodelar los caminos de herradura con una calzada mejorada, construyendo pequeños puentes o puentecillos que permitían el paso de personas y animales entre las indomables rocas. Es el camino o paso de Sant Ermengol construido por el Obispo Ermengol. En la actualidad pueden verse estos pasos, la mayoría de ellos en muy mal estado y los puentecillos casi todos derrumbados. Estos puentecillos recibieron posteriormente el nombre coloquial de Pontarrons del Congost dels Tres Ponts.
En efecto, fue el obispo Ermengol (950 – 1035) quien efectuó la gran obra de construir los tres puentes y el tortuoso camino a ambos lados del Segre provisto de puentecillos para salvar el salto de las grandes rocas, conocido como camino de Sant Ermengol. El obispo procedía del Monasterio Benedictino de San Andrés o de Sant Iscle de Centelles, situado en la confluencia del Segre con el rio La Vansa. El monasterio fue construido por el año 785 en tiempos de Carlomagno.
El obispo murió el 3 de noviembre de 1035 mientras supervisaba las obras del puente del Pont de Bar, cayéndose al río desde una de sus estribaciones y desapareciendo su cuerpo en las aguas tumultuosas del río Segre crecido por las lluvias de otoño. Algunos vecinos de Organyà intentaron rescatar su cuerpo usando los ganchos de almadieros, lo que les ha valido el nombre de “ganxos” a los habitantes de esta localidad, aún en la actualidad.
~ Carles V.